Benimaclet cuenta desde hace unos días con una nueva zona ajardinada: una parcela de 2.420 metros cuadrados en un lugar en el que en su momento se proyectó un aparcamiento subterráneo y que el vecindario del barrio decidió que se destinara finalmente a jardín.
El nuevo jardín está ubicado en el interior de la isla de casas que conforman la Avenida Valladolid y las calles Poeta Ricardo San Martí, Masquefa y Sant Columbá, y lleva el nombre de una vecina de Benimaclet cuya incansable labor en defensa de mejoras para el barrio le ha sido devuelta en forma de homenaje póstumo con una plaza que lleva su nombre: la Plaza de Amparo Arce Miralles.

Amparo Arce
Seguro que al pasear por este nuevo espacio verde, cuyo presupuesto ha sido de 261.692 euros costeados por el Ayuntamiento de València al ser una iniciativa incluida en los presupuestos participativos del consistorio, os gustará saber quién era la mujer que da nombre a esta plaza y a este jardín.
Amparo Arce Miralles nació en 1940 y solo pudo ir a la escuela hasta los 9 años, pues pertenecía a una familia humilde y en plena postguerra era necesario que todos los miembros se pusieran a trabajar. Ella fue una de las “jaqueteres” de Benimaclet, una de esas mujeres jóvenes que entre los años 40 y hasta principios de los 70 del siglo pasado se dedicaron a coser chaquetas en pequeños talleres improvisados en numerosas casas del barrio.
Amparo montó en el corral de su casa uno de esos talleres, donde las jóvenes cosían durante horas chaquetas cuyo destino eran fábricas de València que buscaban mano de obra barata, y que se nutrían de esta economía sumergida que pagaba “en negro” esas costuras.

Quienes la conocieron aseguran que su vida se caracterizó por el compromiso con las causas sociales y vecinales, como demuestra el hecho de que fuera promotora de la primera AMPA del colegio público Pare Catalá, fundadora de la Associació de Dones Veïnals de Benimaclet, impulsora del Carnaval Infantil y Juvenil del barrio y creadora de un equipo de baloncesto femenino.
También participó activamente en la Asociación de Vecinos de Benimaclet, desde la que luchó por proyectos a favor del vecindario. Logró cumplir su sueño de volver a estudiar, y ya de adulta, cuando sus cuatro hijos estaban criados, hizo las carreras de Psicología, Humanidades y Ciencias Sociales y Económicas en La Nau Gran de la Universitat de València.
Amparo Arce dejó asimismo huella en la Universitat Popular del barrio y se dedicó a escribir poesía, que quedó recogida en el libro “Poemas de una vida”, publicado tras su fallecimiento. Practicó además el teatro y durante muchos años formó parte del orfeón Gregorio Gea.

Maestra de vida
Cuando falleció, en 2014, la Asociación de Vecinos de Benimaclet pidió al Ayuntamiento de València que le dedicara una calle a esta “maestra de la vida”, que según aseguraban constituyó un “bastión muy importante” del barrio, en reconocimiento a su trabajo solidario por Benimaclet y a la aportación al movimiento vecinal de la ciudad.
En 2016, el Ayuntamiento de València accedió a esta petición y acordó rotular una plaza del barrio con el nombre de “Amparo Arce Miralles (activista vecinal)”, como homenaje a su implicación en plataformas y coordinadoras de defensa educativa, social y cultural, y también del movimiento vecinal.
La plaza, ubicada donde comenzaba el Camí de Farinós y muy cercana al lugar donde vivió Amparo Arce, ha dejado recientemente de ser un solar para convertirse en un jardín con espacios para juegos infantiles, zonas con mesas y bancos para sentarse, y árboles y arbustos.

El pasado 5 de octubre se celebró allí el acto de apertura formal al vecindario de este espacio, en el que se leyeron poemas de Amparo Arce y una de sus hijas aseguró que su madre estaría “muy orgullosa” de este espacio. También asistió al acto el alcalde de València, Joan Ribó, quien señaló que esta plaza es un lugar “emblemático” para un barrio en el que ejemplos como el de Amparo Arce constituyen un “símbolo” y muestran que solo desde la implicación vecinal se puede conseguir cada día “una ciudad mejor”.
Así que, cuando paséis por esta plaza, recordad que es un homenaje a una mujer del barrio para la que, según afirman desde la Asociación de Vecinos de Benimaclet, la palabra difícil nunca existió y que siempre buscó cumplir lo que se proponía, aunque fueran causas consideradas perdidas.