Hacía dos años que no se celebraba debido a la pandemia de coronavirus, pero este cuarto domingo de enero de 2023 la tradicional bendición de animales por la festividad de Sant Antoni ha vuelto a la ermita de Vera.
El pequeño santuario que se alza en medio de la huerta entre Benimaclet y el mar mantiene una estrecha vinculación con nuestro barrio, desde el que se llega dando un agradable paseo por el Camí de Farinós.
Vecinos y agricultores de la huerta de Vera son los encargados de organizar de forma desinteresada esta festividad, que tiene lugar el domingo siguiente al día del patrón de los animales (el 17 de enero). Consiste en una misa en la ermita, bailes regionales, la bendición de los animales, una gran rifa y una traca final.

Una tradición de décadas
“Esta fiesta se celebra desde hace unos 80 o 90 años; la mantenemos porque nuestros abuelos ya la hacían”, explica a Disfruta Benimaclet uno de sus organizadores, José Mor, quien a sus 70 años recuerda que hace años se rifaban animales vivos que donaba para ese fin la gente que vivía en la huerta.
De los cerdos, conejos, gallinas y algún cordero vivos que se rifaban antaño se ha evolucionado a jamones (que compran las alquerías tradicionales de los alrededores) y a productos donados por comercios, como por ejemplo paradas del mercado del Cabanyal, o la Acequia de Mestalla, entre otros. También hay productos cedidos por proveedores de ‘El Famós’, el restaurante que hay al lado de la ermita y que hace décadas era una tienda de ultramarinos a la que también se iba a al almorzar.
En total, este año se han reunido 102 productos o lotes -entre ellos huevos, fruta, carne, vino, café y 26 jamones– para una rifa en la que se ha podido participar comprando talonarios de veinte números por solo 3 euros.
Y las ganas de una fiesta que no se celebraba desde febrero de 2020 (siempre se hace el tercer o cuarto domingo de enero, pero entonces se retrasó debido a las lluvias) y el día soleado a pesar de los pronósticos de frío intenso permitieron venderlos todos.

“Podemos hacer cuenta con paga”, nos cuenta otro de los organizadores, Paco Bolea, quien a sus 65 años recuerda que de niño ya participaba en una fiesta a cuyos preparativos actualmente dedican cuatro o cinco meses, con más intensidad las dos semanas previas.
Así comienza la Festa de Sant Antoni
Pero no adelantemos acontecimientos. Antes de la rifa han pasado muchas cosas este domingo. La Festa de Sant Antoni de la ermita de Vera ha comenzado formalmente las 10’30 horas, con una misa en esta pequeña iglesia del siglo XVIII que hasta 1941 era un lugar de culto anexo a la parroquia de la Asunción, la de la plaza de Benimaclet.
Junto al altar, una imagen del patrón de los animales acompañado de un cerdito (por eso se le conoce también como Sant Antoni del Porquet). En el exterior, en la fachada del molino de Vera anexo a la ermita, que dejó de funcionar en 1957 y actualmente es un Agromuseo, unas grandes pizarras negras detallan escritos con tiza blanca los regalos de la rifa y los donantes, junto a las ruedas de números que van a repartir la suerte.




Comienzan a llegar algunas mascotas que serán hoy las protagonistas. Mientras se hace la hora de la bendición, prevista para el mediodía, la música de la colla de tabal y dolçaina Bufalí de la Malvarrosa y los bailes de integrantes del grupo de danzas de Moncada amenizan la mañana. El reparto gratuito de mistela, cacaos y altramuces también ayuda a que la espera sea más corta.
Pasadas las doce, el cura encargado este año de la bendición de los animales -el párroco que lo hacía habitualmente ha fallecido- ocupa su puesto y comienza el desfile de las mascotas acompañadas por sus dueños, que además de ser salpicados con agua bendita reciben una bolsita de regalo.
Rollos, caramelos y algarrobas
“La bolsita lleva un rollito, una estampita de Sant Antoni, caramelos y algarrobas”, indica Paco, quien nos explica que la entrega de algarrobas responde a una costumbre. “Cuando yo era un crío se compraban dos o tres sacos y se entregaban diez o doce algarrobas, porque entonces no había estampa, y la gente daba un donativo”, rememora.

Por delante de la ermita dedicada a la Inmaculada Concepción van pasando sobre todo perros -de todas las razas y tamaños-, pero también vemos una cabrita, hámsters y pájaros. Las tortugas y los peces suelen ser otros protagonistas habituales.
Hay quien comenta que su animal está doblemente bendecido: lo llevaron el 17 de enero a la bendición de la calle Sagunto de València, y este 22 de enero han repetido en el santuario de Vera. Cuando acaben de pasar las mascotas será el turno de los caballos, que han sido recibidos con saludos del público a su llegada y algunos de los cuales harán una pequeña exhibición.
“La gente que viene es casi toda de Benimaclet, de Alboraia, de la Patacona, de la Malvarrosa, o de la zona de Mestalla”, indica José. Explica que cada año les cuesta más hacer esta celebración. “Cada vez somos menos gente, estamos más mayores, y cada vez tenemos más dificultades con el Ayuntamiento” para los permisos, nos cuenta en la caseta que alberga los productos que se van a sortear.

Paco coincide en que todos los años falta alguien que ha fallecido, pero destaca que se está incorporando gente más joven, desde hijos y nietos de las generaciones más mayores, a personas que han venido a vivir a la huerta y se han sumado también a colaborar. “Otros años éramos cinco o seis montándolo todo el día de la fiesta, y esta mañana éramos quince, había ganas”, señala.
La mañana festiva de domingo en esta ermita huertana ubicada a dos kilómetros escasos de Benimaclet concluye con una rifa que se desarrolla a la antigua usanza, en la que los agraciados que no estuvieran en ese momento pueden durante esta semana por allí a recoger su premio, y con una traca.
Nosotros nos volvemos paseando a Benimaclet, acompañados del rumor del agua de la acequia que discurre junto al Camí de Farinós, del canto de los pájaros que sobrevuelan la huerta y de un sol generoso que convierte en templada esta jornada de enero.