Todo empezó antes de la pandemia, a raíz de un trabajo de fin de carrera sobre el archivo del Centro Instructivo Musical (CIM) de Benimaclet. Mientras se buscaban fotografías y se buceaba en la historia de esta institución centenaria, surgió la idea de grabar entrevistas a gente mayor sobre sus recuerdos, para intentar conformar una especie de “memoria oral” de El Musical.
Una vez reunidas más de 300 imágenes y 22 entrevistas, se pensó en elaborar un pequeño documental. Y lo que empezó “de manera totalmente improvisada, fue tomando cuerpo” y ha desembocado en un documental de 50 minutos titulado “L’ànima d’un poble. El Musical de Benimaclet” y en una exposición de fotografías que se puede ver en la sede central del CIM, en la calle Barón de San Petrillo.
Un punto de partida
Así lo explica a Disfruta Benimaclet José Miguel Sanz, impulsor junto a Ramon Martinez, Tono Herrero, Carlos Marquina, Anaclet Pons y Raúl Sánchez de este proyecto que se ha presentado dentro de la festividad de Santa Cecilia y del que advierte que es solo “un punto de partida”.

Porque vista la buena aceptación y que les han seguido llegando más fotografías cuando ya se estaba montando el documental, la idea ahora es ir conformando “una especie de fondo sonoro, de imágenes y de músicas”. Para que no se pierda esa memoria visual y sonora que forma parte de la historia de una sociedad musical que se creó en 1910 y cuyo devenir ha ido en paralelo a la evolución de Benimaclet.
Las fotografías, que han sido escaneadas, catalogadas y algunas de las cuales se pueden ver en la web del CIM y en la exposición, parten de los años 30 del siglo pasado -sobre todo de los años 50 en adelante, que son las que más han encontrado- y llegan hasta los años 80. “A partir de ahí el volumen ya sería incontrolable”, por la generalización de las cámaras de fotos, explica Sanz.
Una colección de vivencias
En los testimonios que han grabado han encontrado “muchas curiosidades y sobre todo, aparte de los datos, lo que es muy interesante es cómo cuenta la gente esas vivencias. Porque al final no es una historia objetiva, es más una colección de vivencias, de cómo ha vivido la gente la realidad que aquí se ha dado”, nos cuenta Sanz.

En el audiovisual aparece gente que ha estado vinculada con la banda, el grupo de teatro, el coro o la rondalla de El Musical o a sus descendientes, a los que acompaña la voz en off de la escritora y socia del CIM Raquel Ricart.
El documental, para el que se ha contado con la colaboración del Taller de Audiovisuales de la Universitat de València (TAU) y del Museu Valencià d’Etnologia (ETNO) de la Diputación de Valencia, arranca en 1910, cuando en un Benimaclet que ya no era un pueblo pero se sentía pueblo se creó una banda de música.
Solo un año después se produjo una escisión que duraría dos décadas, hasta que en 1932 un abrazo entre los presidentes de las dos bandas (a las que se denominaba popularmente ‘La mano negra’ y ‘La pezuña’) permitió la reunificación y dio lugar al nacimiento del CIM, que cada 13 de marzo lo rememora con ‘La festa de l’abraç’.
Arrancaba así una historia -musical, pero no solo- de la que los más mayores de Benimaclet recuerdan los pasacalles en las fiestas, las obras de teatro y zarzuelas, los conciertos o la alegría de ir a ensayar a un lugar que era como una segunda casa, donde se compartían momentos con los amigos y se combatía la “miseria cultural” del franquismo.

Las mujeres y la música
El documental dedica una parte importante ha abordar el papel que las mujeres tenían en los inicios del CIM, en cuyas fotografías más antiguas no aparecen. Su misión inicial era “decoprativa”: se limitaba a la de ser clavariesas y vender lotería destinada a comprar un instrumento para la banda, de la que no formaban parte pese a que había niñas que estudiaban solfeo.
Eran años en los que ellas solo podían estar en coro o en la rondalla, o participar en las obras de teatro o de zarzuela que se hacían periódicamente en el escenario de El Musical, como ‘Nelo Bacora’ o ‘Luisa Fernanda’. Pero habría que esperar a finales de la década de 1960 para ver por primera vez a mujeres en la banda.
Aún entonces estaba “mal visto” y había quienes en los pasacalles se ponían al lado de ellas para escuchar “si tocaban o no”, e incluso se las colocaba más al centro para protegerlas y que la gente no les dijera nada. Y como se puede ver en la exposición, hasta 2012 el CIM no estuvo presidido por una mujer, mientras que hubo que esperar a 2019 para tener la primera directora de banda titular.
Más curiosidades
Otras curiosidades del documental son los ensayos que la banda hacía al aire libre en verano: en el frontón que había enfrente de la sede del CIM, o en el cine de verano que había en la calle de los Santos. Y aunque algún vecino protestaba, la respuesta era clara: “Xe, què és la banda del poble”.

Una banda que participaba siempre en las fiestas, porque “la música fa la festa”. Que celebraba a su patrona con tantos actos en un solo día que hay quien recuerda esa jornada “con pavor”: se salía de casa a las 7 de la mañana y se volvía a las 11 de la noche “hecho una piltrafa”. Y en cuya festividad hablaban personalidades de Benimaclet como el poeta Eduardo Buil o el doctor Vicent Zaragozà.
El audivisual habla también de otra de las fracturas que vivió el CIM, cuando a principios de los años 70 se fueron 23 músicos y fundadora la banda de Tavernes Blanques, o de cómo eran las clases de «don Hipólito».
Y sobre todo, reivindica la magia de las sociedades musicales, que permiten que personas que piensan distinto, de distintas edades y procedencias sociales diferentes trabajen juntas, y la magia de la música, que es “el alma de un pueblo”.