¿Se puede hablar de física corpuscular en un bar? ¿De cuánto mide un cromosoma humano? ¿De átomos, núcleos e isótopos? ¿De separación de gases? ¿Y experimentar con nitrógeno líquido delante de una cerveza?
En Benimaclet sí que ha sido posible esta semana, gracias a la iniciativa mundial denominada Pint of Science. En ella, científicos de todo el mundo (de 400 ciudades de 24 países) se han organizado para acercar la ciencia a la ciudadanía de una manera distendida y divulgativa. Y qué mejor que hacerlo en un bar.

Tres días de ciencia en el bar
En España se ha celebrado en 44 ciudades, entre ellas València, donde tres bares han abierto sus puertas a científicos de distintos centros de investigación y Universidades valencianas. Y uno de esos bares ha sido El Casino Musical de Benimaclet, que durante tres días ha prestado su espacio para hablar de materias que parecen más propias de los laboratorios.
“Empezamos a organizar este evento en 2020, pero por la pandemia se fue cancelando; hasta que a comienzos de este año dijimos: ‘hay que sacarlo como sea’”, nos cuenta Eduardo Andrés García, investigador postdoctoral del Instituto de Ciencia Molecular (ICMOL) de la Universitat de València.
Después de dos años “tan especiales” por el coronavirus, un bar parece “el mejor sitio” para que la gente se junte y se reúna, destaca Eduardo, quien defiende que, en lugar de traer a la gente a los laboratorios, han optado por llevar la ciencia hasta el bar.
“Así no queda más remedio que ver lo que hacemos”, señala entre risas a Disfruta Benimaclet este investigador mientras prepara el nitrógeno líquido que va a utilizar en su charla.

Reivindica que iniciativas como esta permiten que se vea a los científicos “con un poquito más de entusiasmo, en lugar de como los raros que están a sus cosas”. Y de paso dar a conocer que lo que se hace en los laboratorios “es algo que todo el mundo puede entender y disfrutar”.
«Soy químico y separo gases»
Con un “Hola, soy Edu, separo gases”, este ingeniero químico aficionado a la cocina comenzó a meterse al público de Benimaclet en el bolsillo, al que habló de los “pequeños laboratorios” que son actualmente nuestras cocinas, donde acumulamos “un montón de trastos” y donde no somos conscientes de que cuando cocinamos hacemos reacciones químicas.
Hablar en un bar del PH, de la presión o de la temperatura en estos tiempos de programas como Masterchef no deja de ser curioso, pero todo se entiende mejor cuando Eduardo coge nitrógeno líquido para verterlo en la mano de un voluntario, congelar una flor o regalar al público nubes de chuches congeladas por efecto de este químico cuya temperatura es de – 196 grados centígrados.

Lo de hacer esferificaciones se lo deja a Ferran Adrià y su cocina molecular -esa que definió por primera vez Nicholas Kurti en 1960 y que el cocinero catalán trajo a España en 1995-, aunque este investigador del ICMOL no duda en crear en un momento para el público de El Musical un “aire de limón”: una emulsión con espuma rosa, limón y lecitina.
Y para finalizar su charla sobre la cocina “con ciencia”, qué mejor que hablar de las famosas freidoras sin aceite que tan de moda están actualmente, en las que aire y gotas de aceite se mezclan en un “flujo turbulento” -que también se emplea en la Fórmula 1-. Porque como defiende este ingeniero, “la química nos rodea”.
Los físicos nucleares no son Homer Simpson
Tras su primer monólogo en un bar, el físico nuclear Kike Nácher, quien suele dar muchas charlas de divulgación en institutos o a quienes visitan el Instituto de Física Corpuscular (IFIC) de la UV, nos confiesa que le ha gustado mucho.

“Hay muy buen ambiente, y la gente se anima y hace preguntas”, señala a Disfruta Benimaclet Kike, quien coincide en que hace falta que los científicos se acerquen a la ciudadanía y les cuenten lo que hacen. Que hagan “ciencia ciudadana”, destaca.
Este físico nuclear que hizo la mayor parte de su doctorado en Ginebra y Alemania admite entre las risas del público que, a diferencia de lo que en general se piensa, él y sus compañeros de profesión no se dedican ni a crear bombas nucleares ni a ser el Homer Simpson de una central nuclear.
Lo suyo, según nos cuenta tras los aplausos, es desarrollar instrumentación para experimentos de física nuclear, como por ejemplo reproducir en un laboratorio las radiaciones que suceden en las estrellas y medirla. Pero además la aplican a otros ámbitos, como a la física médica (con aceleradores de partículas para un tipo especial de terapia contra el cáncer) o el estudio de los ecosistemas marinos.

Lo primero que salió del Big Bang
Con Kike aprendemos que lo primero que salió del ‘Big Bang’ fue hidrógeno y helio, que tenemos células “a cascoporro” en el cuerpo, que el sol «se tiró» 50 millones de años calentándose hasta que tuvo energía suficiente para empezar a ser estrella. Y que fue un tal Rutherford al que se le ocurrió que si creaba un acelerador de partículas se podía medir lo que había dentro de las estrellas.
Estos fueron algunos de los temas de lo que se hablaron durante tres tardes en El Musical de Benimaclet, donde también se disertó sobre el cambio climático, sobre mecánica cuántica o sobre la química en el arte, mientras de fondo los niños y niñas de la escuela de música del CIM practicaban sus escalas.
Seguro que cuando en 2012 dos investigadores de Reino Unido pusieron en marcha el evento “Conoce a los investigadores” para hablar de enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer fuera de sus lugares de investigación no pensaban que años después se replicaría Benimaclet una iniciativa similar.
Un barrio que por cierto no es la primera vez que lo acoge, como puedes leer aquí, pues Benimaclet está abierto a experimentar y se presta a proyectos tan originales como este.