CULTURA

Gaia, la librería de Benimaclet que ha cumplido 25 años

Cuando Lola Samper abrió hace 25 años en Benimaclet su librería guiada por la idea romántica de pasar el día entre libros, no imaginaba lo duro que iba a resultar un trabajo que en la práctica resultó estar bastante alejado de esa percepción romántica. Aunque quizá tampoco que un cuarto de siglo después habría creado “casi una gran familia, la gran familia de los libros”.

“Es algo para celebrar, con el barrio y con todos los clientes, que no son clientes, sino amigos”, explica Lola a Disfruta Benimaclet durante la fiesta de aniversario de la librería Gaia, un local ubicado en el número 4 de la calle Daniel Balaciart (entre la Avenida Cataluña y Primado Reig) que abrió sus puertas en 1994. Y allí sigue acercando la cultura a Benimaclet.

Escaparate de la librería Gaia
Escaparate de Gaia, decorado para la fiesta del 25 aniversario. ©DsftBenimaclet

Lola reivindica que en Gaia el vínculo con las personas que entran es un poquito especial: no es el típico trato de vender un libro y adiós muy buenas”, sino que les conoce por sus nombres, sabe de sus familias, hay clientes que pasan “todos los días a saludar”, e incluso tiene uno que le lleva productos de su huerto.

Los inicios de la librería

¿Y cómo surgió montar una librería?. “Pues una locura total, porque además ni conocía el mundo de los libros ni de las editoriales”, rememora Lola entre risas. Hacía poco que se había casado, estaba embarazada y, a raíz de un trabajo que dejó, pensó junto a su pareja en montar algo.

“A los dos nos gustaba mucho leer, y pensé que sería bonito pasarse todo el día entre libros, conocer a gente, hacer tertulias literarias … ¡Y nada más lejos de la realidad!”, asegura.

Hace 25 años, poner en pie una librería era un proceso casi artesanal: los catálogos estaban en papel y los representantes de las editoriales iban a su casa para hacer los primeros pedidos, e incluso el mobiliario que eligió no era especial para librerías y tuvo que adaptarlo para su nueva función.

La librería Gaia en su 25 aniversario
Vista de la librería Gaia durante la fiesta del 25 aniversario. ©DsftBenimaclet

El local era un bajo de una finca que estaban acabando de construir en la entonces zona nueva de Benimaclet, pues una de las cosas que tenía claras era que tenía que estar cerca de casa y poder ir andando al trabajo, ya que Lola siempre ha sido de comercio de proximidad.

El nombre de Gaia

A la hora de elegir el nombre para la librería, Lola, que de niña leía las aventuras de ‘Los cinco’ y de ‘Los siete secretos’, pero que también se inició en la ciencia ficción con una colección de Bruguera que era mitad texto mitad cómic, se inspiró en ‘Las edades de Gaia’, de James Lovelock.

Un libro escrito hace cincuenta años que le impactó y que ha resultado ser profético, cuyo autor consideraba al planeta Tierra como un ser vivo, al que llamaba Gaia, y vaticinaba que su mayor problema iba a ser el cambio climático.

“Como quería que fuera una librería de barrio que tuviera un poquito de todo en su interior, como Gaia, elegí ese nombre pensando que era original”, señala Lola, quien explica que luego descubrió que había una editorial con ese nombre, una academia de pintura y hasta un pueblo gallego.

Lola Samper en su librería, Gaia
Lola Samper atiende a una clienta en su librería. ©DsftBenimaclet

Con ese objetivo de tener “un poco de todo”, al principio contaba con secciones como Informática, Derecho o Económicas que ya han desaparecido, aunque con el tiempo ha añadido otras nuevas, como Feminismo.

La clave del éxito

Cuando se le pregunta cuál ha sido la clave del éxito para tener abierta la librería dos décadas y media después, Lola duda: “Supongo que un cúmulo de cosas: no existe la varita mágica, es trabajo, trabajo y trabajo; y constancia, constancia y constancia”.

Admite que durante este tiempo ha tenido varios momentos críticos”, sobre todo al principio, en que se planteó incluso cerrar porque “no salían las cuentas por ningún sitio”. Pero optó por aguantar y perseverar, por “ser hormiguita” y dedicar muchas horas a la librería, entre doce y trece horas diarias. Reconoce que Benimaclet es “un buen barrio”, en el que hay mucha gente lectora. Y además no ha parado de adaptarse, como cuando hace poco le subieron el precio del alquiler.

“Entonces me planteé: yo no puedo estar esperando a que la gente entre, no puedo tener la persiana subida y estar viéndolas venir, me tengo que mover”, refiere Lola, quien tomó entonces una decisión: ir a la búsqueda de los lectores, en lugar de esperar que los lectores fueran a su librería.

La propietaria de la librería Gaia con los responsables de los clubes de lectura
Lola Samper (c) junto a los responsables de los clubes de lectura de Gaia: Ana Lobo, Justo Serna, Isabel Barceló y Santiago Álvarez (de izqda a dcha). ©DsftBenimaclet

Y una de las fórmulas con la que dio fue la de los clubes de lectura, que están funcionando “muy bien”, y de los que ya cuenta con cuatro, aunque está pensando en un quinto. Tres de las personas que llevan los clubes son del barrio (Isabel Barceló, sobre obras escritas por mujeres; Justo Serna, sobre obras más académicas, y Ana Lobo, sobre libros, librerías y bibliotecas), a quienes se suma Santiago Álvarez, sobre novela negra.

La idea romántica

Lola admite no obstante que no quiere “morir de éxito”, que quiere frenar un poco el ritmo y dedicar a su familia más tiempo del que hasta ahora ha podido. Así, la librería tiene sus novedades, su servicio a bibliotecas y colegios, sus clubes de lectura y alguna actividad más, como presentaciones o algún taller, pero “una también tiene que conocer sus limitaciones y hasta dónde llegar”, asevera.

En estos 25 años, Lola ha aprendido también que el de librera es un trabajo duro, que requiere de fuerza física para acarrear las cajas de libros, y que además conlleva una gestión laboriosa que le ocupa mucho tiempo.

Todavía hoy hay gente que entra a la librería y le dice aquello de “qué suerte, seguro que te pasas todo el día leyendo”. Lola se les queda entonces mirando, duda un momento, y responde que sí. Porque en el fondo, nos confiesa, esa idea romántica sigue existiendo”.

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