DEPORTES

El Sporting Benimaclet: un club que busca educar, no ganar

Confieso que este  iba a ser un artículo sobre la única escuela de fútbol base de la ciudad de València que todavía tiene un campo de tierra y no de césped artificial. Sin embargo, tras conocer su historia y la filosofía del Sporting Benimaclet,  he de reconocer que me quedo con los valores de un club que se pueden resumir en dos: aquí juegan todos (no hay pruebas para seleccionar a los peques por su capacidad) y quieren niños felices, no deportistas de elite.

Así empezó el Sporting Benimaclet

Pero empecemos por el principio. El Sporting Benimaclet lleva 26 años como la escuela de fútbol de un barrio que en el pasado ya contó con algún equipo de fútbol (el Benimaclet CF en 1923, el Relámpago de Benimaclet en 1926, el CF Benimaclet desde los años 50 a los 80, y un breve Atlético Benimaclet en 1989).

El Sporting Benimaclet es una asociación sin ánimo de lucro creada en 1991, por cuyas precarias instalaciones han pasado más de 3.000 niños. En la actualidad, cuentan con 90 jugadores y jugadoras (hay cuatro chicas, integradas en grupos mixtos) y siete equipos, que van desde los querubines (4-5 años) hasta infantiles (13-14 años).

Desde su fundación, han estado en instalaciones provisionales. Su campo ha sido siempre el de Las fuentes, situado al final de la calle Murta, en un antiguo campo de patatas cuyo propietario les cedió el uso. Pero se trata de un terreno afectado por un PAI, el de Benimaclet Este, aprobado a principios de los años 90 del siglo pasado, que preveía la construcción de viviendas donde estaba el patatal, y de un nuevo campo de fútbol al final de Avenida Valladolid, que sería para el club del barrio.

Campo de fútbol Las Fuentes de Benimaclet.
Campo de fútbol Las Fuentes, a la sombra del peculiar edificio Espai Verd. ©iah78

Atrapado en un limbo legal

Sin embargo, ese PAI quedó paralizado, y el Sporting Benimaclet se ha quedado “atrapado en un limbo legal”: el nuevo campo no se construye y  el actual no puede recibir una subvención pública del Ayuntamiento para cubrirlo con césped artificial (lo que supondría desde 80.000 a 300.000 euros, según la calidad) porque es “un terreno privado”.

Así de gráfico lo explica a Disfruta Benimaclet el vicepresidente del Sporting Benimaclet, Fran Torrecillas, quien destaca que el campo iba a ser de los primeros de la ciudad en contar con césped artificial, y ha acabado convirtiéndose en el último de tierra que queda.

Han llegado a pedir  un césped de segunda mano sobrante de otra instalación, que les permitiera aguantar hasta que se solvente el problema del PAI. Porque con un terreno de tierra, y mientras los campos de césped iban creciendo en “cualquier escuela” de fútbol, el Sporting Benimaclet fue perdiendo alumnos a finales de la década de los 2000, hasta el punto de que en la temporada 2012-2013 se quedó solo con doce.

Alevines del Sporting Benimaclet
Los Alevines B del Sporting Benimaclet, en una imagen cedida por el club

Un campo como una selva

A partir de ese momento, los entrenamientos pasaron a hacerse en el polideportivo de Benimaclet, donde comparten espacio con otras escuelas, y el campo de Las Fuentes se quedó sin uso, hasta que llegó a convertirse en una selva, señala Fran.

La nueva directiva que entró en 2015 trabajó a fondo para impulsar un proyecto que se había encontrado “prácticamente muerto”. En 2016 se hizo una limpieza general de lo que para entonces era un descampado, con ayuda del vecindario.

También han instalado un pequeño trozo de césped para que los porteros de Fútbol 11 puedan entrenar con una portería de su categoría, pues se les habían quedado pequeñas las de Fútbol 8 del Polideportivo. Los partidos de esta categoría se juegan en las instalaciones de la Universitat de València, gracias a un convenio, y los restantes en el Polideportivo.

“Lo ideal sería quedarnos en el campo de Las Fuentes, al fin y al cabo no deja de ser nuestro campo” y la escuela ha estado allí siempre, señala Fran, quien considera que mientras llega una solución necesitan tener una instalación “medianamente decente o aceptable para que la escuela pueda sobrevivir y, a partir de ahí, seguir creciendo”.

Entrenamiento del Sporting Benimaclet en el Polideportivo del barrio
Entrenamiento del Sporting Benimaclet en el Polideportivo. ©DsftBenimaclet

Una escuela que no es de elite

Porque esta no es una escuela de fútbol base al uso. “No somos la típica escuela de elite; aquí no hacemos pruebas, tenemos un modelo de equipo en el que todos los niños juegan, y unas tarifas que son las mínimas posibles, porque no hay sueldos que mantener”, destaca Fran, quien asegura que el objetivo no es ganar Ligas, ni títulos, ni dinero. De hecho, se financian básicamente con las cuotas de los alumnos y algún patrocinador, y tienen becas para niños con dificultades económicas.

A su juicio, el fútbol de los niños está montado hoy en día “mucho alrededor del negocio” y de fomentar la competición y los resultados. Un modelo que no es el que quieren. “Nos hemos encontrado con niños de 6 o 7 años a los que les han dicho que no valían para jugar al fútbol; han acabado en nuestra escuela y están jugando sin ningún problema”, destaca el vicepresidente del Sporting Benimaclet.

Además, reivindica que tienen una filosofía integradora y de ver el fútbol como un vehículo para otros fines. “Una de las cosas por las que queremos en campo es para compartirlo con el barrio”, señala Fran, quien recuerda que en el recinto se han hecho conciertos, exposiciones o actos de las Fallas del barrio, porque quieren que el campo tenga un retorno social y que el barrio se identifique con el equipo.

“No es el campo de fútbol del Sporting y ya está, es del barrio y sirve para hacer otras cosas aparte del fútbol”, reivindica Fran, quien destaca que la mayoría de los niños de la escuela son de Benimaclet, y la práctica totalidad de los entrenadores han sido antes jugadores verdinegros.

Jugadores del Sporting Benimaclet
Los Infantiles  B del Sporting Benimaclet, en una imagen cortesía del club

Un futuro incierto

Mientras siguen adelante con ganas, pese a no saber cuál será su futuro, Fran echa en falta “un poco más de comprensión” de las Administraciones, pues la situación ahora mismo es “de tiempo muerto”.

“Lo han dado por imposible: dicen que el campo está en terreno privado y que no pueden hacer nada, y ya está. Han bajado los brazos y se han rendido”, lamenta Fran.

Quienes no se rinden son los alumnos de esta escuela, que dos veces por semana saltan al campo -aunque para algunos de ellos sea de tierra-, con el fin de practicar el deporte que más les gusta y sin más ambición que disfrutar del juego.

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