MÚSICA, SOCIEDAD

La magia de la música une a ancianos y adolescentes en Benimaclet

Imaginad a adolescentes que llevan camisetas de Metallica mientras cantan canciones de Nino Bravo, un señor del que no habían oído hablar nunca. Imaginad a ancianos cuya mente es una nebulosa, pero a los que cantar les ha hecho salir por un rato de su ensimismamiento y recordar cómo eran cuando tenían la edad de esos adolescentes que entonan a su lado.

E imaginad que todo ello lo hacen con una sonrisa, desde el afecto e incluso el cariño entre jóvenes y mayores a los que no une ningún vínculo familiar. Pues dejad de imaginarlo, porque esto ha sido realidad en Benimaclet gracias a “Cantem junts”, una iniciativa impulsada este curso por el profesor de música del Instituto Francesc Ferrer i Guàrdia Carlos Marquina.

Un coro intergeneracional en Benimaclet

Sus protagonistas han sido doce alumnos de cuarto de la ESO y veintiún mayores de la residencia de la tercera edad Nuestra Señora del Puig, que una vez a la semana han formado un coro intergeneracional en el que han interpretado canciones de la época de los residentes.

Concierto del coro intergenacional en el IES de Benimaclet.
Concierto del coro intergenacional en el IES de Benimaclet. ©DsftBenimaclet

La iniciativa ha formado parte de una línea pedagógica denominada aprendizaje de servicio, en la que se ha buscado comprobar los beneficios del canto coral en los alumnos y en los ancianos, desde la convivencia entre generaciones muy alejadas entre sí.

Marquina explica a Disfruta Benimaclet que esta iniciativa es una réplica de la que hizo su mujer, que también es profesora de música, en el instituto de La Patacona el año pasado. Para llevarla a cabo, cada miércoles estos alumnos de Benimaclet de la optativa de música de cuarto de la ESO (de 15 y 16 años) se han quedado sin recreo para ir a la residencia cercana al instituto y pasar allí la hora de música cantando canciones de Nino Bravo o Joan Baez junto ancianos con una media de 80 años, aunque hay alguno que llega a los cien.

Las visitas a la residencia han sido un paréntesis de la semana fantástico, todos volvíamos con las pilas cargadas»

“Al principio parecía que la cosa iba a costar, pero de eso nada”, señala Marquina, quien asegura que las visitas a la residencia han sido un paréntesis de la semana fantástico, de la que todos volvían “renovados” y con “las pilas cargadas”.

Pero no solo eso. Los ancianos se quedaban en la residencia tarareando las canciones -incluso algunos que durante el resto de la semana no decían nada- y preguntaban cuándo volvían los niños.

Carteles anunciadores del concierto en el instituto de Benimaclet
Carteles anunciadores del concierto en el instituto. ©DsftBenimaclet

Y entre tanto, se ha ido tejiendo un vínculo de afecto entre jóvenes y mayores, que formaron parejas al inicio de curso y que cada semana, antes de ensayar las voces a la respiración, se contaban cómo les había ido o los recuerdos que la música les despertaba.

El repertorio musical

Lo sorprendente ha sido que los alumnos, para los que cantar en un coro y encima con un repertorio que no es el ideal para ellos no es muy llamativo, han confesado que lo más atractivo de toda la semana ha sido ir a la residencia y cantar con los abuelos”, indica Marquina.

Porque el repertorio se ha escogido pensando en canciones conocidas por los mayores, como “Libre” o “Mi tierra” de Nino Bravo, “Donna Donna” de Joan Baez, “El reloj”, “Noche de ronda”, “Cielito lindo” o “Cuéntame”, de manera que los alumnos “han tenido que cambiar el chip, afirma su profesor.

Marquina destaca que esta iniciativa ha permitido hacer un servicio a la comunidad, que los alumnos vean una realidad que si no la tienen en casa la desconocen, y que estén en contacto con personas con las que hay tanta diferencia de edad.

Además de reivindicar el poder de la música, esta iniciativa ha buscado reivindicar también a los adolescentes, un colectivo que suele protagonizar en los medios de comunicación noticias negativas (como agresiones a compañeros o a profesores), cuando llevan a cabo muchas acciones positivas, como por ejemplo esta.

Los participantes en la iniciativa 'Cantem junts' de Benimaclet.
Los participantes en la iniciativa. Foto cedida por Carlos Marquina

La celebración de fin de curso

Y llegado el fin de curso, este particular coro intergeneracional lo celebró con un concierto en el salón de actos del Instituto Ferrer i Guàrdia, donde el pasado 7 de junio dieron un ejemplo a los asistentes de todo lo que hace posible la música.

En la primera fila, ancianos en su mayoría en silla de ruedas y ataviados con sus mejores galas estaban escoltados por sus jóvenes parejas, vestidos de negro y pendientes en todo momento de sus mayores. Ningún adolescente con cara aburrida o distante.

Alguno con la mano sobre el hombro de su anciano e indicándole por qué parte del cancionero iban. Y todo ello en medio de una atmósfera mágica en el recinto, donde los que asistimos nos sentimos privilegiados de contemplar una experiencia única. Podéis ver un pequeño vídeo aquí

Al acabar el concierto, repartieron a los mayores una manualidad en forma de disco LP, personalizado con la fotografía de las parejas que han formado durante el curso, y con la frase: El mundo necesita música.

“Lo importante era la celebración final de la actividad, más allá de la calidad de la música”, indica Marquina, quien explica que alumnos de primero, segundo y tercero de la ESO se ofrecieron a colaborar para que el concierto saliera más redondo.

Un momento del concierto del coro intergeneracional en Benimaclet
Un momento del concierto del coro. ©DsftBenimaclet

El futuro

Para el curso que viene, le gustaría repetir la experiencia con algún grupo, ya que para los alumnos “normalmente supone un antes y un después”. Quizá sustituyan la residencia de mayores por un colegio de educación especial,  algo que es “muy impactante, ya que los chicos ven que tienen su misma edad pero no pueden hacer lo que ellos hacen”, explica el profesor, quien en el pasado ya ha trabajado con centros de este tipo y asegura que los alumnos “luego se acuerdan mucho”.

Marquina, quien también dirige la Big Band del Centro Instructivo Musical (CIM) de Benimaclet y es miembro de su banda desde que tenía 8 años, asegura que ha sido emocionante ver los progresos de los jóvenes, que se han sentido útiles por ayudar y alegrar a los mayores, y el de los ancianos, a los que “les ha venido fantástico” y han mejorado su concentración y motivación.

Quizá porque, como dice la canción con la que solían acabar sus ensayos semanales y con la que finalizó el concierto, “cantando se alegran, cielito lindo, los corazones”.

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