Crees que los mayores pueden hacer todo lo que quieren con el móvil? ¿Es peligroso hablar por los chats con alguien que conoces? ¿Te quedas hipnotizada con el móvil y no haces caso a nada más?
Son algunas de las preguntas que Enric Senabre, profesor de Filosofía y Ética de Benimaclet, plantea en su nuevo libro, ‘Laura juega con el móvil’ (Algar) / ‘Laia juga amb el mòbil’ (Bromera), dirigido a preadolescentes y en el que da claves para utilizar el móvil de forma responsable.

Con ilustraciones de Anna Gisbert que hacen más atractivas estas páginas dirigidas a una edad que ya ha dejado de ser infantil pero todavía no es adulta, el libro invita a reflexionar sobre el impacto de los móviles de la mano de la protagonista de la historia, una niña de 10 años a la que le encanta pasar mucho tiempo con el móvil.
El acceso al móvil cada vez empieza antes
Senabre, quien ya escribió un libro dirigido a jóvenes de 12 o 13 años sobre el uso de esta tecnología, explica a Disfruta Benimaclet que la iniciación en el móvil empieza cada vez más pronto. Habitualmente es a través del terminal de los padres, aunque suele ser “el regalo favorito de la comunión, con 9 años”, cuando hace unos años el momento del primer móvil era al llegar a la ESO.
“Si ellos empiezan a utilizarlo antes, nosotros tenemos que educar con ellos al tiempo que descubren ese nuevo mundo que les ofrece el móvil”, destaca Senabre, quien con ese objetivo ha creado una historia de ficción pensada para menores de entre 10 y 12 años.
Indica que, de la misma forma que hace unos años era habitual preguntar a qué edad se pueden iniciar los adolescentes en la sexualidad, uno de los interrogantes actuales es cuál es la edad para tener el primer móvil. Su respuesta: “No es que haya una edad, es que el proceso de utilización del móvil es mucho más paulatino de lo que creemos”. Y los adultos tienen que estar ahí para mediar y acompañar.

“Nosotros, los de la generación ‘boomer’, hemos aprendido a utilizarlo de mayores y hemos metido la pata soberanamente, porque también teníamos que aprender”, reflexiona Senabre, quien admite que dejar a un niño de 6 o de 9 años un móvil sin supervisión es un error, igual que dejarlos solos en la calle.
Leer para dialogar
Insiste en que de lo que se trata es de que, en el momento en que lo utilicen, los adultos estén ahí. Y este libro es una herramienta tanto para lecturas en clase como para que los padres y las madres lo lean en casa con sus hijos e hijas y, a través de las preguntas que se formulan al final de cada capítulo, mantener una conversación “fluida y amable” sobre este tema tan de actualidad.
“La reflexión en los niños es muy productiva, porque a veces creemos que no son suficientemente maduros, pero su mente está mucho más abierta para plantearse problemas y resolverlos de una manera más creativa que las soluciones muy establecidas”, asegura.

Acompañar y no prohibir
Este profesor es un firme defensor de las potencialidades del móvil si se sabe integrar en la educación global. Entre otras cosas, porque todos llevamos el móvil encima y a todas partes, y también lo van a hacer los niños y niñas: “Más vale educarles y acompañarles que prohibirlo, aparte de que esto último es imposible”.
Senabre asegura que está a favor del uso racional del móvil, pero también por parte de los adultos. “Antes no sonaba el móvil en los teatros y ahora en todas las actuaciones suena alguno. O tienes una reunión de padres y a veces suenan tres móviles”, reflexiona.
Por el contrario, destaca que es muy raro que suene dentro de clase, pues las chavales saben que tienen que desactivarlo en el aula y lo hacen. De manera que considera que, si se quiere prohibir el móvil, habría que prohibirlo para todos. E igual resulta que los jóvenes lo saben usar mejor en algunas cosas que los adultos.
La clave: educar
“No vamos a prohibirlo, porque no podemos prescindir ya de él”, admite Senabre, quien cree que lo que hay que hacer es educar a la sociedad en su utilización, frente al miedo o la obsesión que tienen algunas personas con respecto a los móviles y los jóvenes.

En esos casos, muchas veces lo que expresan los padres es “incapacidad, desconocimiento o miedo”, señala el autor. “Pues a lo mejor te tienes que hacer una cuenta de Tik Tok porque tienes una hija de 10 años y ver qué está pasando ahí”, añade.
Senabre reivindica que se educa en conjunto, hablando de los aspectos positivos y tratando también los negativos, para que los jóvenes sepan cómo afrontarlos cuando se enfrenten a ellos. Y lo mismo hay que hacer con el móvil.
De la sexualidad a las tecnologías
¿Y qué hace un ‘boomer’, como se ha autodefinido Senabre, escribiendo sobre los móviles y los más jóvenes? Pues como profesor de Filosofía y Ética, siempre intenta que las materias relacionadas con los valores tengan que ver con la vida del alumnado, con sus vivencias.
“Por ejemplo, empecé estudiando la sexualidad, luego la televisión. Pero claro, los jóvenes ya no están en la televisión, como hace veinte años, sino en las redes sociales. Y si mis alumnos están ahí, yo tengo que estar ahí”, reivindica este profesor, a quien su alumnado le ha enseñado a usar Instagram o TikTok.
El interés que le ha guiado siempre ha sido el de acercarse a lo que está viviendo su alumnado para poder ayudarle a que esa reflexión “sea un poco más fructífera”, porque la escuela es un lugar de socialización.
Este profesor de Benimaclet insiste en que para educar no solo hay que explicar a los hijos e hijas y al alumnado lo que no tienen que hacer ni incidir solo en lo negativo, sino hablar también de lo positivo. Algo que, en su opinión, se puede aplicar a la educación en general, y a la utilización de los móviles en particular.
