En vísperas del Día del Libro, no podíamos dejar de escribir un artículo como este. Si hace un año os hablábamos de doce novelas en cuyas páginas podéis encontrar Benimaclet, ahora ampliamos el listado para añadir cinco novelas más en las que se cita nuestro barrio.
Además, hemos hablado con quienes las han escrito para que nos expliquen por qué decidieron incluir Benimaclet en sus novelas. Acompañadnos en este recorrido literario:
Valencia Roja
Primera novela de Ana Martínez Muñoz (València, 1982), Valencia Roja (Alfaguara) es un thriller que comienza con un asesinato en un festival dedicado al porno, al que siguen más crímenes. Se desarrolla en varios escenarios de València y alrededores y, aunque no se cita explícitamente Benimaclet, sale una calle del barrio en la que vive uno de los personajes.
“Decidí incluir una de sus calles en la novela porque conozco bien el barrio”, explica a Disfruta Benimaclet Ana, quien considera que Benimaclet es “como un oasis rural dentro de la urbe” y le parece “uno de los más bonitos de Valencia”. Destaca la personalidad y la esencia que ha sabido mantener de casas bajas, calles peatonales y comercios de toda la vida.

Nos cuenta que su primera conexión con Benimaclet fue durante su época de estudiante, en la que estuvo trabajando barriendo sus calles. También tocó un par de años con una banda de música en la falla Cuenca Tramoyeres-Guardia Civil, lo que le permitió vivir las fiestas falleras desde dentro del barrio.
Además, en otra época de su vida estuvo trabajando en la calle Guardia Civil. Y años después trabajó cerca de Benimaclet, en la Avenida Alfahuir, que por su cercanía al barrio le permitía hacer “alguna que otra excursión de tanto en tanto” en el descanso del almuerzo para comprar en los comercios de la zona.
La silueta del olvido
La segunda de las seis novelas de Joaquín Camps (Gandia, 1972) es ‘La silueta del olvido’ (Planeta), una historia policial en la que una inspectora investiga el extraño secuestro de una joven. Se desarrolla en València y uno de los personajes vive al norte de la ciudad, en Benimaclet.
“Me pareció un barrio perfecto para describir el entorno que buscaba. Es un barrio con zonas y atmósferas muy diversas”, nos cuenta Joaquín, quien asegura que el tiene “mucho cariño” a Benimaclet, sobre todo de su época de estudiante.

Considera que es un barrio “muy vivo”, del que destaca su “hibridación entre pueblo y ciudad, con lo bueno y lo malo de los dos mundos”. Un aspecto que le atrae mucho quizá porque, aunque vive en València desde los 8 años, es de Gandia y va mucho por allí.
Para Joaquín, Benimaclet es sinónimo de “años muy bonitos de juventud, de universidad, de pisos de estudiantes”. Del barrio recuerda que tiene zonas para “gente joven y de marcha”, pero también otras “más sórdidas, que por desgracia no están cuidadas como deben por las instituciones y se han degradado mucho”.
Lo que no cuentan los muertos
La tercera de las cuatro novelas de Inés Plana (Barbastro, Huesca, 1959) es ‘Lo que no cuentan los muertos’ (Espasa). Una historia sobre el secuestro de una mujer rica que, tras sobrevivir a un accidente de aviación, desaparece en su mansión de una localidad ficticia cercana a València.
“No soy valenciana, pero amo Valencia. Tengo allí una amiga barbastrense como yo pero que vive en Valencia desde hace décadas. Y unos amigos vivieron en Valencia durante unos años e iba mucho a verlos. Así conocí Valencia en profundidad y tu barrio, Benimaclet”, nos explica Inés.

La escritora asegura a Disfruta Benimaclet que le encanta València, una ciudad que “es pura luz” y en la que ha sido “tan feliz” que quiso hacer un homenaje a la ciudad y a su provincia en su tercera novela. En ella, la protagonista abre un centro social en Benimaclet que recuerda mucho al comedor social que existe en el barrio.
La novela la escribió durante la pandemia de coronavirus, por lo que tuvo que “tirar de recuerdos y sensaciones”, así como de inventiva, para plasmar “la Valencia que quería”. Como curiosidad, Inés recuerda de su paso por Benimaclet haberse tomado “un helado de nata casero que estaba riquísimo”.
Nada que no sepáis
La ópera prima de Sonia Pina (Melilla, 1972), ‘Nada que no sepáis’ (La Oveja Roja), es una deliciosa novela sobre los cuidados, la amistad, el amor, la sororidad, la enfermedad, la muerte, la familia e incluso la escritura. Su protagonista, Encarna, vive en Benimaclet.
“Aunque nací en Melilla, vivo en València desde los 17 años, y a Xàtiva llegué con 8 años, así que realmente me considero de aquí”, nos cuenta Sonia. En Benimaclet residió un año, cuando estudiaba la carrera de Derecho, pero varias de sus mejores amigas son y siguen viviendo en este barrio.

“Muchos de los mejores momentos de esos años jóvenes transcurrieron en los alrededores de la calle Mistral, San Francisco de Asís, Murta…”, rememora Sonia. Cuando surgió el personaje de Encarna y tuvo que imaginar dónde ubicarla en València, no tuvo dudas: vivía en Benimaclet.
Fue “algo espontáneo, pero si lo pienso tiene todo el sentido para mí: se trata de un barrio de espíritu joven y rebelde, sin ínfulas, tal y como es Encarna”, señala la autora. Además, contiene un homenaje íntimo a una de sus mejores amigas, Conxa, ya fallecida. Era de Benimaclet “hasta la médula” y da nombre a la gata de la protagonista.
Diario de una sombra
María García Lliberós (València, 1950), autora de nueve novelas, incluyó a Benimaclet en una de ellas, ‘Diario de una sombra’ (Sargantana). La trama, centrada en la búsqueda de sus raíces del hijo de una mujer emigrada a Suiza, discurre entre Londres, Lucerna, Valladolid y Valencia.
Cuando madre e hijo regresan a España, eligen para vivir Benimaclet, barrio que se cita en tres ocasiones en la novela. La ambición, los errores, los atajos que se toman en la vida, el amor o el desamor se asoman a esta trama articulada en torno al diario de la madre.

La zona de Benimaclet elegida por María para incluirla en esa novela es la del parque de la Guardia Civil, del que según indica a Disfruta Benimaclet siempre le ha llamado la atención la tranquilidad que transmite este espacio peatonal, en el que los niños juegan en los columpios mientras los padres charlan.
Es un espacio que conoce porque, aunque no es vecina de Benimaclet, vive muy cerca desde hace cuatro décadas, de manera que su centro de salud es el de la calle Guardia Civil. Por eso, acudir a él a través de esta zona ajardinada es para ella un paseo inspirador.
