Los huertos urbanos de Benimaclet acaban de estrenar espacio de juego y socialización: un Domo construido con madera reciclada y de manera colaborativa que ya se ha convertido en un nuevo símbolo de esta zona verde del barrio.
Se trata de una especie de casa del árbol ubicada a ras de suelo, que tiene la entrada principal en la parte inferior y una cúpula en la parte de arriba a modo de observatorio, a la que se accede desde un puente, a lo que próximamente se sumará un tobogán.

De cubos al Domo
La nueva construcción sustituye a los cubos cuadrados de madera que se instalaron para los más pequeños cuando hace una década se pusieron en marcha los huertos urbanos de Benimaclet, y que se habían convertido en un punto de encuentro de las familias con hijos. El problema es que con el paso del tiempo se habían degradado y podían suponer un peligro.
“Unos padres decidimos quitarlos y generar un nuevo proyecto”, explica Disfruta Benimaclet Pablo García, quien ha ejercido como organizador para reunir todos los talentos necesarios. “Yo no soy experto en nada, pero sí conozco a los grandes que saben de hacer cosas y eso es lo que se me da bien, juntarlos”, nos cuenta.
La persona que se ha encargado de diseñar la nueva construcción ha sido Jorge, quien optó por un Domo, una especie de cúpula como las que cierran las catedrales. Una figura geométrica que además “simboliza el trabajo en equipo, la unión de todo un barrio en los huertos”. Y que ya se está convirtiendo en una especie de símbolo.


Asistimos a la inauguración oficial del Domo, un vocablo que los niños y niñas se han aprendido a la perfección y usan para preguntar impacientes cuándo se van a quitar las cintas y maderas que impiden el paso a la nueva construcción para poder ya estrenarla.
Un Domo para diez años
Si la anterior zona de juegos infantil ha durado una década, la intención es que el Domo que la sustituye “aguante como mínimo otros diez años”, explica Pablo. Para su construcción han utilizado madera reciclada, a partir de palets de diferentes tamaños y de palos que se utilizan como guías para los árboles de las calles que ya estaban para retirar.
“Lo hemos reaprovechado, porque aquí el perfil siempre es el mismo: recoger cosas que la gente no quiere y nosotros le damos una segunda vida”, destaca Pablo, quien asegura que “ha sido maravilloso” ver cómo tomaba forma el Domo.



Además, como se trata de madera que va a estar a la intemperie, bajo los rayos del sol y bajo la lluvia que caiga, se ha optado por darle un barniz ecológico en lugar de pintarla, ya que con la lluvia la pintura se puede disolver y filtrarse a la tierra, donde llegaría a los cultivos cercanos.
Colaboración total
Pablo insiste en que la nueva obra ha sido “colaborativa totalmente”: Jorge fue el diseñador principal, Sergio ha conseguido todo el material que faltaba y camisetas para venderlas y destinar ese dinero al coste de la construcción, y también han estado al pie del cañón Máxime, Román, Coco …
“Podría estar diciéndote nombres y nombres de gente que ha participado, aportando su granito de arena”, asegura Pablo, quien no se olvida de la aportación de los niños a la hora de barnizar el Domo: “eso fue una risa, y luego para lavar su ropa no te puedes ni imaginar”.

La construcción del Domo, a la que han dedicado ratos de tiempo libre y fines de semana, se ha prolongado unos tres meses desde que pusieron los seis primeros palos que sirvieron de guía para todo el proceso.
Trabajo en red
“Pero antes estuvimos cuatro meses decidiendo cómo lo hacíamos, cuándo, con qué materiales, con qué diseño … y todo un poco en red, que es como trabajamos aquí en los huertos urbanos de Benimaclet”, destaca Pablo.
Pensaron incluso en que se pudieran comunicar por dentro la parte de arriba con la de abajo, pero “ya era muy complejo”. Así que ha quedado una parte inferior, con la entrada principal y dos ventanas cubiertas de pequeños porches, para que si los niños se asoman no se mojen si llueve o no les caiga nada a la cabeza si lanzan algo desde arriba.

Y si quieren acceder a la parte superior en forma de cúpula, solo tienen que salir afuera y entrar a ella desde el nuevo puente que han construido. Solo falta añadir un tobogán que les va a ceder el Ayuntamiento de València de los que ya están usados y tienen apartados.
Calcula que hasta los 10-11 años es la edad en la que los niños y niñas se lo van a pasar “en grande” en este Domo, que además de ser una zona de juego al aire libre aspira a ejercer como un lugar donde las diferentes generaciones se relacionen con tranquilidad.
