SOCIEDAD

Rumiñahui: migración y solidaridad desde Benimaclet

En Benimaclet está la sede en Valencia de Rumiñahui, una asociación sin ánimo de lucro que nació para ayudar a las personas ecuatorianas que migraban a España y que con el tiempo se amplió a todas las nacionalidades.

 Personas voluntarias ecuatorianas transformaron en 2008 un bajo de Benimaclet para convertirlo en la sede de una entidad que cada año orienta a numerosas personas migrantes a regularizar su situación, buscar empleo o escolarizar a sus hijos y ofrece actividades en su local.

Claudio Guayguacundo, de la junta directiva de Rumiñahui Valencia, explica a Disfruta Benimaclet el trabajo de esta ONG.
Claudio Guayguacundo durante la entrevista con Disfruta Benimaclet. ©DsftBenimaclet

En esa sede de la calle Marcelino Giner conversamos con Claudia Guayguacundo, una ecuatoriana que lleva viviendo 18 años en València y forma parte de la Junta directiva de Rumiñahui, donde además se encarga del área de Educación.

Apoyo, abrigo y humanidad

Rumiñahui “es familia, es resistencia, lucha y sobre todo es ese apoyo y esa orientación que toda la gente cuando viene acá necesita. Es, sobre todo, abrigo, humanidad, explica Claudia a Disfruta Benimaclet.

Nos cuenta que la asociación se creó en Madrid en 1997, ante el “boom migratorio” de personas ecuatorianas que dejaron su país por la mala situación que atravesaba y vinieron a España. Aquí necesitaban orientación, apoyo en la regulación y ayuda en la búsqueda de empleo. Y para ello nació Rumiñahui.

Luego su labor evolucionó hacia la “lucha por los derechos de las personas migradas” y se abrieron sedes en más ciudades. En Valencia, se eligió Benimaclet, un barrio conocido por ser zona de estudiantes universitarios, pero en el que también hay familias migrantes, destaca.

Un detalle de la sede de Rumiñahui en València
Mural a la entrada de la sede de Rumiñahui en Benimaclet. ©DsftBenimaclet

“Estas paredes guardan mucha resistencia, lucha y, sobre todo, humanidad, asegura Claudia, quien reivindica que la migración es un derecho que tienen todas las personas y un fenómeno que se continúa produciendo.

No solo Ecuador

Con el paso de los años, la gente migrante ecuatoriana a la que inicialmente se dirigió el trabajo de Rumiñahui obtuvo la doble nacionalidad y se empezó a jubilar. La asociación se abrió entonces “a todas las nacionalidades y ya no solamente da ese apoyo a la gente ecuatoriana, sino a toda la gente migrante que viene acá a Valencia, señala Claudia.

Rumiñahui cuenta con varias áreas para ayudar a todas las personas migrantes que cruzan la puerta del local en busca de apoyo. Primero les apoyan para regularizar su situación, y una vez conseguida la tarjeta de identidad, les orientan sobre cómo buscar empleo y cómo elaborar un currículum.

Apoyan también, desde el área de género, a “las mujeres cabezas de hogar, esas mujeres atravesadas por las 3 emes: madre, mujer, migrante, que se ven vulnerables y a las que ofrecen talleres de empoderamiento, grupos terapéuticos y orientaciones jurídicas.

También ayudan a los menores migrantes: desde los trámites para que sus familias les escolaricen y puedan pedir el certificado de empadronamiento o la tarjeta sanitaria, a actividades de ocio y tiempo libre, que permiten la conciliación familiar en épocas como Navidad, Pascua o verano.

Un cartel de la ONG Rumiñahui en su sede de Benimaclet (Valencia)
Rumiñahui tiene su sede en Benimaclet desde 2008. ©DsftBenimaclet

Además, llevan a cabo “escuelas de familias”, en las que ofrecen herramientas para la educación de valores en casa y para que acompañen a los menores en su crecimiento. Y no falta la acogida a las personas LGTBI, con una primera orientación de a dónde acudir.

El salario emocional

“Lo más bueno y enriquecedor de esta labor es el salario emocional, la confianza y el agradecimiento de las personas que acuden a Rumiñahui y que les llena para continuar esta labor, afirma Claudia. Asegura que todas las personas que trabajan aquí -actualmente son seis- lo hacen “con amor” y han pasado también por ese proceso migratorio.

“Siempre decimos que, si una persona entra al local, que no se vaya con la misma preocupación, sino que se vaya aliviado y por lo menos escucharle, reivindica Claudia, quien considera que esa escucha es “la mejor herramienta para que las personas confíen” en el trabajo que hacen.

Hasta la sede de Rumiñahui en Benimaclet acuden personas de toda la provincia de Valencia. Por ejemplo, a raíz de las inundaciones por la dana del pasado mes de octubre, hay migrantes que viene de lugares como Albal o Sedaví a buscar orientación jurídica o ayuda en las tramitaciones.

Decoración de la persiana de la sede de Rumiñahui en Benimaclet
Persiana de la sede de Rumiñahui en València. ©DsftBenimaclet

Benimaclet acogedor

Claudia reivindica que Benimaclet es “un barrio súper acogedor”, donde trabajan en red con otras asociaciones del barrio, como por ejemplo la asociación vecinal. Y tienen “muy buena relación” con los vecinos de la finca donde están, que les llevan a personas que necesitan sus servicios y en Navidad bajan a comprarles lotería.

Benimaclet “nos ha abierto las puertas y nos da herramientas para seguir trabajando y continuar en una labor que hacemos con mucho amor”, reivindica la responsable de Educación de Rumiñahui Valencia.

El nombre de la asociación viene del quechúa ‘rumi’ (piedra) y ‘ñahui’ (cara), «rostro de piedra». Así se llamaba el último general indígena de Ecuador, conocido por su lucha en defensa de su pueblo.

“Viene de un personaje de resistencia, de lucha, de rebeldía, tres rasgos que “también se pueden aplicar las personas que migramos a otras tierras”, reivindica esta integrante de la Junta directiva de Rumiñahui Valencia.

Os dejamos un extracto de la entrevista en vídeo:

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